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¿Libertad de Cátedra o Marxismo Cultural?
por Milton Picón Díaz

¡ Cuidado ! Por ahí vienen los fundamentalistas religiosos de la derecha a tomar por asalto la Universidad del Estado.

    Durante tres días corridos leí varios titulares de algunos de los periódicos del país, en donde profesores aterrorizados sonaban la alarma de peligro. “Temen ofensiva religiosa en Río Piedras”; “Temen inquisición religiosa en UPR” y “Profesores de UPR temen a inquisición”, o como han reseñado publicaciones en otras ocasiones, “La Derecha Religiosa Fundamentalista marcha hacia la Universidad”. ¿Qué ocurre cuando se lee este tipo de titular? La mente intenta desarrollar un retrato de la situación: miles de tropas marchando, desfiles marciales, gente invadiendo salones de clase, hasta desenfundando armas. Otro retrato mental podía ser el ver fundamentalistas religiosos, como los del fenecido Ayatolah Komeini trepando los muros y paredes de la universidad y en otro caso, profesores siendo colocados en instrumentos y cámaras de tortura de la infame Inquisición. En otras palabras, este tipo de titular no tiene otro objetivo que evocar respuestas anti-intelectuales y puramente emocionales. Es la metodología empleada en una canción de los Beatles, que decía: “Yellow mellow custard, dripping from a dead dog’s eye”. No existe ningún significado intelectual en esa letra, pero la frase evoca una respuesta emocional de repulsión, que aparentemente era el efecto deseado. “Yo no se por que la derecha religiosa me cae mal, lo unico que se es que me cae mal”. Técnicas típicas de la propaganda nazi. Absolutamente brillante –utilizar bazofia sin sentido para que las imaginaciones de las gentes corran sin control—todo con el objetivo de hacer que las personas se comporten y piensen igual que los perros de Pavlov, salivando o vomitando al escuchar el ruido más leve de una campana: derecha fundamentalista religiosa=malo. Los fundamentalistas religiosos se constituyen en la peor plaga y amenaza de cara a un nuevo siglo. De hecho, me llamó la atención sobremanera el ver una página completa reseñando el incidente de una lectura pornográfica objetada por una estudiante. Cuando uno ve una página completa dedicada a una sola noticia, está viendo algo que no es muy común dentro de la comercialización de los medios. Pensé que encontraría un análisis objetivo de las diferentes caras de la noticia y sus personajes. Pero, desafortunadamente no fue así. Era la cobertura unilateral de una noticia de parte del corresponsal de Prensa Asociada, el periodista Ismael Torres. Algo que más que una noticia parecía ser un reportaje de encargo y de relaciones públicas para la universidad y su profesorado. Pero cuando usted se expone días corridos a la misma bazofia prejuiciada, eso intoxica. Algo si note, los profesores tenían más que rostros de preocupación o de indignación, más bien eran rostros de temor. De ese tipo de temor que siente la gente cuando sus secretos e intimidades tocan la calle y se hacen públicos. De estos profesionales lo único que alcanzé a escuchar fue una letania que decía: “libertad de cátedra, libertad de cátedra, libertad de cátedra”. ¿Y qué es eso de la libertad de cátedra?  Uno llega a pensar que después de tanta cobertura en los medios, a algunos de estos profesores se le ocurriría definir lo que es libertad de cátedra, para beneficio de las miles de personas que leen los periódicos y que escuchan la radio y ven la televisión ( mayoría, que por cierto no tienen formación universitaria ). Pero nada de eso, solo se escucharon los estribillos y “clichés” de la nueva filosofía de la “Correción Política” ( Political Correctness ). Pero después de varios días uno llega a caer en cuenta y se dice: “¿caray, cómo es posible que llegara a pensar que esta gente iba a hablar claro y a definir términos, si los “clichés” son uno de los métodos favoritos de comunicación en las universidades del presente? Cuando hablamos de “clichés” nos referimos  a aquellas frases que se repiten mucho dentro de la academia, pero que las personas no se toman el tiempo necesario para analizarlas a profundidad. En ocasiones este tipo de filosofía y arenga calan hondo, no solo por la razón de que son repetidas continuamente, sino también porque son pocas las personas que se atreven a retarlas. Aparentan sonar bien y hasta llegan a hacerle sentido a un mundo que está confundido, pero desgraciadamente han llegado a un punto en donde hasta en lugares donde una persona podría tener la expectativa de desarrollar un nivel de discusión seria e intelegente ( como lo sería en este caso, la universidad ), los “clichés” son los métodos primarios para comunicarse. Esto no nos debe sorprender, porque este tipo de argumentos y filosofías emergen naturalmente en un contexto en donde las normas culturales están fragmentadas, donde el tren de pelea y de vida se vuelve frenético y donde la gente está en una búsqueda desesperada de algo que le de coherencia y significado a sus vidas. Pero muchas de las filosofías modernas que se quieren introducir bajo el manto de la libertad de cátedra, son peligrosas y hay que confrontarlas. Primero, carecen de sustancia. Pero son invocadas en forma autoritaria por profesores que aparentan saber de lo que están hablando. Y a pesar de que muchos de sus argumentos carecen de profundidad, si tienen poder. Los modernos “clichés” en la academia son como las banderas: simbolizan nuestras lealtades políticas, mas que comunicar ideas sustantivas. Cuestionar este tipo de filosofías modernas, es cuestionar lealtades. Y ahí radica su gran poder: intimidan, coaccionan y dividen a las personas.

¿Libertad de Cátedra, carril en una sola direción?
     ¿Estamos atacando el principio de la libertad de cátedra? La respuesta es no. Reconocemos el derecho del profesorado  de buscar maneras y formas de educar y llevar unos mensajes. Pero nos indigna el que se quiera hacer ver la libertad de cátedra, como un carril que solo corre en una dirección, que se vea como un cheque en blanco para que un profesor haga lo que le de la real gana en un salón de clases. Que se vea como una licencia para faltarle a la verdad, a la inteligencia y a la moral. ¿Cómo define el Regalmento de la Universidad  de  Puerto Rico la “Libertad  de  Cátedra”? Lo hace de la siguiente  manera  y citamos: “enseñar con OBJETIVIDAD y honradez la materia que se profesa, sin otras restricciones que las que imponen la responsabilidad INTELECTUAL y MORAL de cubrir todos los elementos esenciales del curso, el RESPETO AL CRITERIO DISCREPANTE y el deber de impartir sus conocimientos mediante procedimientos pedagógicos identificados con la ETICA de la enseñanza y la BUSQUEDA DE LA VERDAD” ( mayúsculas y/o subrayado nuestro ). Esta definición, al igual que otros propósitos que tiene la universidad, es importante conocerlos, para así salirle al paso a aquellos que quieren utilizar el salón de clases para imponer sus criterios, para hacer prosélitos y para indoctrinar. ¿Qué dice el Artículo 11 de Libertad de Cátedra e Investigación, en su Sección 11.4 en cuanto al Derecho Correlativo de los estudiantes? Dice y citamos: “El ejercicio de la libertad de cátedra no menoscabará el derecho fundamental de los estudiantes a ver que el profesor cubra los elementos esenciales de cada curso, exponiendo los DIFERENTES PUNTOS DE VISTA dentro de un marco de RESPETO a la CONCIENCIA y a la libertad de PENSAMIENTO y EXPRESION de los estudiantes” ( mayúsculas y/o subrayado nuestro ). ¿Qué dice por otro lado el Reglamento Universitario en su sección de Normas y Procedimientos Disciplinarios, en su capítulo 5, artículo 69, inciso F? “Se prohibe la publicación o difusión dentro del Recinto de material difamatorio, libeloso, OBSCENO o infamatorio” ( mayúsculas y/o subrayado nuestro ). La lectura que le dió un profesor de español a una estudiante sin lugar a dudas  era materia de naturaleza obscena. ¿Por qué la administración universitaria no tomó ningún tipo de acción? Al menos al día de hoy no hemos escuchado, ni leído de ninguna rectificación. Todo lo contrario, resoluciones de apoyo al profesor y a la libertad de cátedra. Lo menos que pudo hacer la administración fue pedirle al profesor que retirara ese tipo de lecturas de su curso de español. ¿Por qué no se hizo o no se ha hecho? Porque las modernas filosofías de “corrección política” en la universidad  ya no están sujetas al examen racional o a la crítica. Hay que aceptarlas como se dan, al igual que en un momento dado se tenía que aceptar que la tierra era plana. ¿Por qué los marxistas culturales se salen siempre con la suya en la universidad? Porque muchos de ellos utilizan su poder para crear temor. Cualquiera que se atreva a disentir en público es silenciado, amenazado, demonizado y el que se atreva a seguir hacia adelante puede hasta enfrentar posibles cargos disciplinarios ante un tribunal de bufones indoctrinados. La víctima real de este incidente lamentable, no es solamente la jóven cristiana que se rehusó a entregar sus valores religiosos cuando entró por las puertas de la universidad, también fue victimizada la verdad. Nos preguntamos, ¿pero no es eso de lo que se trata precisamente el colegio y la universidad, de la búsqueda de la verdad? La verdad demanda hechos y argumentos racionales, no “clichés”, no foro-montajes, como el celebrado hace unos días en la Escuela de Comunicación Pública, donde profesores tuvieron la audacia y la fuerza de cara de censurar a medios del país, de los pocos que se atrevieron a dar las dos versiones de la noticia. Para ellos La gran y triste realidad es que si la universidad decide rechazar la búsqueda y la investigación racional de los hechos y requiere que estos sean sustituídos por el nuevo “marxismo cultural”, muchos padres se preguntarán, ¿qué uso tiene el gastar miles de dólares en enviar a un hijo a la universidad para que le enseñen basura y mentiras? Después de todo las mentiras son baratas y en el útimo análisis, van más allá, no valen nada. ¿Por qué pagarlas tan caras? Si a este tipo de locuras que se quieren enseñar utilizando  el pretexto de la libertad de cátedra, no se los pone un término final, ya mismo seremos testigos de lo que aparecerá en los prontuarios de nuestras universidades, cosas muy parecidas a las de las universidades del “norte”.

Cursos “novedosos” y “creativos” como “Obscenidad” , “Narrativa Gay-Lesbiana” no son sino unas copias baratas de los currículos libertinos de las universidades norteamericanas. ¿Quiénes son realmente los modernos inquisidores: los “temidos religiosos fundamentalistas de la derecha” o los “modernos bárbaros de la nueva academia” que quieren sembrar fábulas, estupideces e ignorancia moral en los estudiantes?

     Los cursos denominados “Narrativa Gay-lesbiana” inaugurados hace dos años en el Recinto Universitario de Cayey, ya mismo tendrán otros “hijos”. “Juguetes Sexuales y Pedofilia 101”. Estas barbaridades enseñadas en la universidad moderna, no son el fruto de la creatividad del profesorado boricua. No son sino vulgares copias recogidas en prontuarios de reconocidas universidades en los Estados Unidos. La controversia desatada por la lectura pornográfica titulada “Vida Ejemplar del Esclavo y su Señor”, dos páginas repletas de actos de sodomía y de excreción,  publicada nada más y nada menos que por el “Instituto de INCultura Puertorriqueña”, son un claro ejemplo de lo que es perder la perspectiva de la moral. Si este cuento de dos páginas hubiera sido substituido por un cuento de la revista porno “Pica Pica” nadie se hubiera dado cuenta y posiblemente el Instituto de INcultura lo hubiese premiado y  llevado a las tablas, aunque me imagino que no sería fácil conseguir a un actor que permitiera que alguien le metiera su mano y antebrazo por el recto, bueno al menos eso creo, tal vez esté equivocado. Uno se tiene que preguntar, ¿qué será lo próximo que va a importar la universidad? Para que tenga una idea de lo que ocurre cuando se ve la libertad de cátedra como un cheque en blanco, veamos algunas de las bellezas educativas que se dan en el norte. La Universidad de Nueva York y su brazo de publicaciones “New York University Press” se han ido convirtiendo en  campeones de la lucha para que adultos puedan tener acceso carnal a menores de edad. En una de sus publicaciones, que se van convirtiendo en los libros de texto para este tipo de cursos, se exponían los propósitos fundamentales de los mismos que son el que los estudiantes” puedan llegar a rechazar dos conceptos arcaicos que todavía persisten en nuestra sociedad: (1) la inocencia de los niños y (2) el potencial negativo que puede tener la sexualidad negativo que puede llegar a tener la sexualidad. El autor de la publicación arguía que los homosexuales adultos tienen el derecho a “proselitizar” a los menores de edad, para ir aboliendo la legislación represiva que todavía impone unos límites de edad para consentir en envolverse en relaciones sexuales con menores. Según este moderno depravado, para alcanzar sus metas era necesario el llevarles a los menores un mensaje de que abandonaran sus hogares lo antes posible para que pudieran disfrutar desde unas tempranas edades de los beneficios de la sexualidad con personas mayores que ellos. Vean algunos de los cursos de la Universidad de Cornell: “¿Qué Familias, qué valores?”, “Música e Identidad Homosexual”, “Introducción a las Minorías Sexuales” y “El Niño Sexual”. En este último curso, cuando vemos quienes son los autores y las lecturas recomendadas,  tal parece que viéramos un “Who is Who” del activismo pedofílico mundial. Los estudiantes que toman el útimo curso  arriba mencionado, son “iluminados” con lecturas tales como: “El Niño como Objeto y Sujeto Sexual” y “Amando Niños”. El profesor de inglés que enseña este curso, defiende su contenido diciendo: “La fascinación erótica con los niños es ubicua. Dificilmente uno puede abrir las páginas de un periódico o prender la televisión sin sentirse obligado a estudiar, aceptar y a celebrar esto”. El curso está diseñado, para según sus palabras: “demoler las nociones preconcebidas de lo que es el niño, de lo que es la sexualidad y lo que significa amar o desear sexualmente a un niño”. Alega el profesor que este tipo de curso reune los requisitos de la libertad de cátedra porque el mismo está balanceado en el tratamiento de todas las áreas de la materia estudiada. Otra de sus metas es: “que se pueda entender la sexualidad infantil y nuestras limitadas estrategias para interpretarla”. En otra de las lecturas, una conocida antropóloga feminista escribe que su meta es: “construir una teoría sexual radical que identifique, describa y denuncie la injusticia y la opresión a la que son sometidos, y que victimiza a aquella comunidad homosexual de hombres que aman a menores de edad”. ¿Cómo le podemos llamar a este porquería?  ¿Pedofilia 101?  No tardará en llegar a nuestras playas, se puede concluir esto por deducción lógica. Primero llegaron los cursos de “narrativa gay” luego los “gay-lesbiana”, después, “gay-lesbiana-bisexual”, ahora mismo es, “gay-lesbiana-bisexual-trangénero”. A esto se le añadirá prontamente la pedofilia, la última frontera, el último “tabú” social. Nos faltaría espacio para mencionar todas las barbaridades que se están enseñando en la actualidad bajo la sombrilla de la libertad de cátedra. Festivales pornográficos en las Semanas de la Educación, cursos sobre “Cómo escribir pornografía”. En Estados Unidos se dió recientemente una situación en donde un funcionario importantísimo fue despedido por encontrarse pornografia infantil en su computadora de la universidad.

¿Cómo pueden adelantar y perpetuarse en la Universidad este tipo de cursos risibles, ilógicos e inmorales sin estar ligados al discurso racional?

     La respuesta a esta interrogante es sencilla y clara, a través del acondicionamiento sicológico. La nueva filosofía de la “Corrección Política”, es esencialmente el viejo marxismo trasladado del campo económico, al cultural. Esto fue dado gracias a que intelectuales marxistas lograron unir dos “filosofías-hombres” ( Marx y Freud ) y convertirla en una fórmula. Partiendo de la premisa de que “toda la sexualidad es política”, los neo-marxistas ven la moral tradicional judeo-cristiana como los restos que quedan de la civilización occidental, que solo sirven, según ellos, al propósito de perpetuar un sistema cultural corrupto, en el cual tanto el estado, como las instituciones de la medicina-religion y medios masivos populares son mobilizados para atacar y oprimir a aquellos cuyas preferencias sexuales son diferentes a las de la clase dominante. Según algunos de estos ideólogos “el sexo moldea las instituciones y toda ley o regulación de la sexualidad es opresión”. De Freud y de la sicología en general, delinearon los conceptos y las técnicas del acondicionamiento sicológico. Un ejemplo de estas técnicas lo es la “normalización”. Si algo que por naturaleza es anormal ( por ejemplo, la homosexualidad)  se presenta lo suficiente dentro de un contexto normal, la gente terminara percibiéndolo como tal. Hollywood, que está dominado por la “corrección política”, utiliza continuamente estas técnicas. Al llenar las pantallas del cine y de la televisión con homosexuales que parecen hombres, con mujeres más fuertes que los hombres, con niños más sabios que sus padres, nos llegan a hacer pensar que estas situaciones son reales y normales, aunque en la realidad sean artificiales y no la norma. La “corrección política” funciona de la misma forma en la universidad. A menudo comienza con la orientación a los “prepa”. Desde ahí se va condicionando al estudiante que ingresa a que si quiere “pertenecer” a la comunidad universitaria, si desea ser parte de la nueva “institución”, tiene que aceptar el homosexualismo, el feminismo, el ambientalismo radical, la diversidad, el multiculturalismo, etc., etc., etc., mientras se le hace saber que si cuestiona las mismas, esto lo coloca fuera del grupo. Algo parecido ocurrió en el caso de esta estudiante que protestó la lectura pornográfica. Cometió un pecado mortal al compartir algo intrinsecamente malo del currículo con sus padres. Esto hizo que los catedráticos se razgaran las vestiduras como los fariseos de los tiempos de Jesús. La jóven blafemo en contra de la academia, se atrevió a cuestionar. Este proceso de “normalización” continua en el salón de clases. Allí, las actitudes son más importantes que los hechos, que la lógica y que la razón. El estudiante es condicionado a pensar que peor que estar “mal” es ser “insensitivo”. El viejo adagio de que “la verdad duele” es invertido, y se enfatiza más en el dolor, que en la verdad. Este tipo de acondicionamiento es bien común en los campuses universitarios norteamericanos. Por ejemplo es “normal” en ciertos departamentos, como por ejemplo en el de “Estudios de la Mujer”, el que se acepte un solo punto de vista, mientras que los demás no son tolerados. De hecho, esto solamente, contradice la totalidad del propósito de la universidad. De manera similar es “normal” el que los radicales de estas modernas  filosofías  celebren  piquetes,  semanas de afirmación y  de celebración, que convoquen a conferencias de prensa y que hagan marchas en los recintos. Es “normal”  el que las demandas de estos grupúsculos, sean atendidas inmediatamente, pero “anormal” el que un cristiano haga lo mismo con unos reclamos de disidencia. Para los partidarios de la “corrección política” no existen reglas, con ellos no hay problema porque la democracia universitaria les provee los foros. Pero para los religiosos, existen otras reglas, todas las reglas, todo hay que hacerlo “según los canales”.


     Desafortunadamente, este reemplazo del debate intelectual por el condicionamiento sicológico, deja a la universidad al nivel de fraude. Yo no es un centro de educación, sino una institución “skinneriana”. Los egresados saldran con unas actitudes politicamente correctas, pero con una pobre educación intelectual y moral.


     Los estudiantes cristianos no deben dejarse amedrentar, sino deben forzar en el salón de clases a los activistas de la “corrección política” a que compitan en un mismo plano, uno en donde el intelecto conciente sea el factor dominante. Eso suena sensato, pero, ¿por qué es tan difícil en la universidad de hoy? Porque los administradores, síndicos y catedráticos son personas sicologicamente condicionadas. ¡Ojo! ¡Peligro! De ese tipo de mentalidad, y no de la de los religiosos fundamentalistas, es que se nutre la tiranía.

Un llamado a la intolerancia
     ¿Qué significa todo esto? ¿Qué el asunto de enseñarnos a pensar, ha evolucionado a un punto tal en donde ahora la universidad nos enseña no a pensar, sino lo que tenemos que pensar y decir, y nos advierte que no podemos ir más allá de eso? ¿Dónde se ha originado todo ese tipo de basura? ¿Por qué continuamos tolerándola? ¿Por qué usted, que se crió y le ha enseñado a sus hijos sobre el derecho que tienen a rebatir ideas, se han rendido ante las modernas fuerzas de la universidad que quieren suprimir pensamientos y palabras? En la medida en que nosotros validemos toda esa porquería, nosotros ( los cristianos ), por definición de nuestros ancestros, no seremos otra cosa que una partida de cobardes. ¿Quién defenderá el derecho a expresar los valores de la tradición judeo-cristiana, de la civilización occidental, de la heterosexualidad y el matrimonio, si muchos en este tiempo han bajado las armas, las han colocado en el suelo, han levantado sus manos y han gritado cobardemente: “Me rindo, por favor, no disparen”?

     Aprende algo y apréndelo bien. Si hablas de raza, no por eso eres racista. Si piensas criticamente acerca de tal o cual religión, eso no te hace un anti-religioso. Si haces distinciones de género, no por eso eres sexista. Y si toleras la homosexualidad, pero no la celebras, eso no te convierte en un homofóbico. Estudiante cristiano, no permitas que las universidades del país, sigan el curso de otras, que no son sino unas incubadoras de un rampante y epidémico nuevo “McCarthismo”. ¿Qué puedes hacer? ¿Podrá alguien prevalecer contra una subyugación social tan aplastante?  Hace muchísimo tiempo un hombre en los Estados Unidos aprendió la clave. Se llamó Martin Luther King. La receta es sencilla. Simplemente desobedezca. Pacificamente, claro está. Sin violencia, respetuosamente. Cuando alguien te diga que pensar y que decir, confróntalo y no lo obedezcas. Desobedece los protocolos sociales que amenazan y estigmatizan la libertad individual. En ese mismo espíritu desobece los dictámenes de la nueva academia. Reta las normas y directrices autoritarias que debilitan tu derecho a expresar opiniones. La inevitable consecuencia de esta nueva tiranía de etiquetas y estereotipos es demonizarte y así eliminar el discurso racional en asuntos que son importantes. Muchos jóvenes, desafortunadamente, aceptan estas etiquetas y las suposiciones falsas que encierran sin insistirle a aquellos que los etiquetan que definan los términos, o por otro lado otros asumen la postura de alejarse lo más posible de los nombrecitos ( fundamentalista, religioso del ala derecha, etc. ) para evitar  ser estigmatizados como un radical o un  extremista. El problema en aceptar las etiquetas que nos quieren endilgar, sin insistir en una definición, es que un término benigno como “la derecha cristiana”, no solo es utilizado para describir organizaciones respetadas y controversiales o líderes evangélicos prominentes, aquí y en los Estados Unidos, sino que también se usa el mismo término para referirse a “asesinos de médicos abortistas”, a “pone bombas” y a todo “elemento fanático e indeseable” que pueda existir dentro de la sociedad. Asi es que la próxima vez que te quieran etiquetar, tómale un consejo a Sócrates e insiste en que los términos que se vayan a utilizar en un debate sean definidos para asegurar que todas las partes sepan de lo que están hablando. ¿Qué nos define como miembros de la “derecha religiosa? ¿Creer que la vida es sagrada y que comienza desde el momento de la concepción, creer en la inerrancia y la relevancia de Las Sagradas Escrituras para estos tiempos, creer que la homosexualidad es un pecado, creer en expresar nuestros puntos de vista religiosos desde la palestra pública y no limitados a las cuatro paredes de un templo? Si eso es ser de la derecha religiosa, pues entonces lo somos, pero, ¿qué son los que creen justamente lo contrario? Por las propias etiquetas con las que nos quieren definir, quedan definidos como “la izquierda religiosa” o “la izquierda atea o secular”. ¿A cuéntos de nuestros adversarios les gustarían esas etiquetas? Solo hay que decirlo y ya escucho la respuesta : ¡Tiempo, tiempo, eso es injusto, eso es McCarthismo? El gran problema es que parece que el nuevo McCarthismo, al igual que la libertad de cátedra, quieren correr en un carril de una sola dirección, y eso no lo vamos a permitir.


     Vale la pena recordarle al estudiante que se atreva desafiar las nuevas normas, que no se olvide que hay consecuencias. El equivalente de los perros de Montgomery y los cañones de agua de Selma, lo son hoy la humllación y la demonización pública. Nunca te olvides de que estamos en una coyuntura histórica, estamos luchando por lo que serán los valores que han de prevalecer en el nuevo siglo. Tenemos que aprender a pensar por nosotros mismos. Tenemos que confrontar y antagonizar los nuevos absolutos que nos quieren imponer, en vez de permitirles acomodo en nuestras vidas. Tenemos que violentar las malas interpretaciones de la libertad de cátedra y tolerancia y ser gente marcada por la intolerancia. No una que desate odios hacia personas o grupos, sino una que NO esté dispuesta a tolerar el error, dizfrazado de verdad. Una intolerancia que sepa llamar las cosas por su nombre. A lo bueno, bueno, y a lo malo, malo. Una intolerancia que mantenga los cuentos absurdos y fantasiosos, donde deben de estar, en el terreno de la ficción, no de la realidad. Una intolerancia que le ponga un alto a los ataques en contra de la heterosexualidad y a la institución del matrimonio. Una intolerancia, que no solo defienda al recien nacido, sino también al niño por nacer, al minusválido, al enfermo, al anciano,  al preso y  al homosexual, ¿por qué no?, de ataques a sus personas y a su dignidad. Una intolerancia que no permita la politización de la historia con fines de adelantar opiniones o agendas personales. Una intolerancia que se resista a ceder ante las tácticas intimidatorias de aquellos que han sido atrapados en una madeja de absurdos. Una intolerancia que deje un espacio abierto para aquel que no quiere creer en nada, pero que no socave los derechos de ejercitar su fe a aquellos que si creen.


     La filosofía moderna de “vive y deja vivir” nunca conducirá hacia el progreso. Todo lo contrario. Mira a tu derredor y observa los resultados del experimento relativista. No hemos sido los religiosos fundamentalistas los que hemos corrido el sistema en las últimas cinco décadas. Han sido los que hoy quieren seguir con su fracasado experimento social. A la juventud de hoy les digo, únanse al grupo de intolerantes que a través de la historia han derrocado tiranos, puesto en su lugar a racistas, que han traído libertad a los cautivos, y que en minoría dieron sus vidas por las libertades que tenemos hoy. Jóvenes su asignación para la historia es, administrarle un purgante a nuestro sistema social. El tiempo ha llegado.

El autor es Pastor evangélico del Ministerio Cristiano de las Catacumbas. Preside las organizaciones Morality in Media y la Coalición de Asuntos Cristianos.

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