¡Revolución! ¡Por Cristo!
Por
Milton Picón
Sin lugar a dudas la pasada década de los 90’s fue una de cambios
fundamentales. Cambios que estremecieron las mismas bases de nuestra sociedad.
Lo que comenzó como una filosofía de cambios radicales en la década de los
60’s, ha comenzado a producir efectos. Podríamos resumirlo de la siguiente
manera: COSECHAMOS LO SEMBRADO. A muchas personas, y
particularmente a muchos cristianos, estos cambios los han tomado desapercibidos,
sin embargo unos pocos si los vieron y trataron de alertarnos.
A finales de los años 70 y durante la década de los 80 se levantaron
varias voces que dieron la voz de alarma y alerta. Una de estas voces fue el
escritor y filósofo cristiano Francis Scheaffer. Este le advirtió a la Iglesia
que tenía que envolverse, que tenía que trabajar duro dentro de la cultura,
que no se podía retraer de la misma sin tener que pagar un precio muy alto. Tenía
muchísima razón. En una corta cita de uno de sus libros, “El Manifiesto Cristiano”,
uno de mis favoritos, y apuntando hacia las razones de la crisis dentro de la
Iglesia, decía: “El problema básico con los cristianos en los últimos
ochenta años, en relación al gobierno y la sociedad es que, ven las cosas en
pequeñas partes y no en su totalidad. Gradualmente se han ido indignando contra
la permisividad, la pornografía, la escuela pública, el derrumbamiento de la
familia y finalmente en contra del aborto. Pero no han visto el problema en su
totalidad, solo las pequeñas partes que no son sino síntomas de una enfermedad
mayor. Han fallado en reconocer que muchos de estos cambios se han materializado
porque la gente ha cambiado su forma de pensar y de ver al mundo”.
Y no solamente ha cambiado la forma de pensar del mundo en relación a
los asuntos que son importantes, sino que también ha cambiado la forma de
pensar del mundo en relación a los cristianos. Es tiempo ya de que los líderes
cristianos se sienten a reflexionar sobre esto, antes de que sea demasiado de
tarde.
A pesar de que se ha visto un resurgir de los cristianos que han
comenzado a envolverse, en su caracter individual, y en recientes tiempos a
nivel colectivo, como en el caso de “Evangélicos Unidos en Acción” (EUA),
tardará un tiempo en que nosotros como cristianos podamos impactar realmente la
sociedad, o al menos en la forma en que lo están haciendo en la actualidad
otros grupos, como el del Movimiento Homosexual. Los cristianos en los últimos
años han cometido unos errores de estrategia fatales, entre los que se
encuentra el asumir un rol moralista de crítica continua, pero sin atreverse a
convertirse en líderes culturales que le ofrezcan una alternativa a la sociedad.
Dios ha llamado a muchas personas a diversas tareas, pero en la nueva revolución
moral y espiritual TODOS los
cristianos tienen una tarea que desempeñar. Por años hemos dejado que solo
unos pocos estén haciendo unos esfuerzos para trabajar con unas problemáticas
sociales, que en fin de cuentas no van a traer todos los resultados anhelados en
el tiempo anhelado, a menos que nos unamos, para ser consistentes.
Por un periódo corto de tiempo, movimientos en los Estados Unidos como
los “Jesus People” y Las Catacumbas aquí en Puerto Rico prometieron
convertirse en una alternativa. Pero la efectividad desplegada en los primeros años
de su existencia, como agentes de cambio, se fue diluyendo al mezclarse con los
grandes segmentos de la Iglesia Tradicional Evangélica que nunca vió con
buenos ojos el que los cristianos se envolvieran con la sociedad y la cultura.
Tenía la Iglesia en aquel entonces y lo retienen la mayoría de los concilios
al día de hoy, una filosofía totalmente pietista. Por el contrario, vemos a
otros grupos fieles a su agenda, especialmente el de los homosexuales. Estos,
sin saberlo, siguen un principio bíblico: La mano de los diligentes señoreará,
mas la negligencia sera tributaria” ( Proverbios 12: 24 ). La version
parafraseada lo pone de la siguiente manera: “El
que trabaja dominará; el perezoso será dominado”.
Hoy en día, de frente al nuevo siglo, vamos caminando la senda de los
tributarios. Los cristianos se han ido convirtiendo lentamente en una minoría
oprimida. ¿No guardará esto una relación con la sentencia de Mateo 5:13?
“Vosotros sois la sal de la tierra, pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué
será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y
hollada por los hombres”. “Se le tira a
la calle y la gente la pisotea” ( Versión Popular ). Es obvio, en
vez de ser sal y luz de la sociedad donde Cristo nos colocó, nos hemos removido
voluntariamente de los centros de mando y ahora tenemos que pagar el amargo
precio de encontrarnos bajo la bota de unos líderes politicos que están más
interesados en pagarle unos favores al movimiento homosexual, a
abortistas, feministas y a los radicales de extrema izquierda, que en
proteger los valores de nuestra herencia judeo-cristiana. Además de eso, somos
el hazmereir de los medios de comunicación del país, convirtiéndonos en el
primer grupo al cual se puede vituperar con impunidad.
La pregunta que surge es, ¿qué podemos hacer para cambiar el curso de
llas cosas y para reclamar una cultura en donde podamos levantar a nuestras
familias en el temor de Dios?. La respuesta yace en que en primer lugar nos
sentemos a evaluar honestamente el por qué hemos llegado a esta situación. Sin
lugar a dudas, con nuestras divisiones y luchas de poder no hemos hecho otra
cosa que entregarle todo el sistema a muchos enemigos de Dios. Le hemos
entregado todo, a un sistema humanista secular que se ha apoderado de las
ciencias, las artes, la educación y la política con el fin de crear un
“nuevo orden mundial”.
Como cristianos, tenemos que envolvernos, retomar nuestras escuelas y
universidades, no en una postura defensiva, sino ofensiva. Comenzemos nuevamente
a escribir libros, artículos para periódicos, obras de teatro, guiones para
películas, revistas, en fin, utilizemos el impacto de las artes y todo medio de
comunicación a nuestro alcance para llevar el Evangelio de Cristo a todas las
vidas.
La solución radica en ganar y conducir almas a Cristo, dándole a la
cultura los argumentos convincentes para abrazar las creencias del cristianismo.
En el ultimo análisis, el más grande problema de nuestro tiempo no lo
constituye, ni el movimiento homosexual, ni el Tribunal Supremo, ni el humanismo
secular, ni los medios de comunicación, el problema lo constituyen los mismos líderes
religiosos que le impiden a su gente el hacer la aportación valiosa de trabajo
que necesita nuestro país. Líderes religiosos que dejan solos a los pocos que
trabajan dentro de la cultura, y que dejan fuera del proceso a una mayoría de
cristianos, los dejan al margen, cuando Dios los quiere trabajando activamente y
unidos. Esa última palabra es importante: UNIDOS. Lo que no han querido ver
muchos líderes religiosos, lo han comenzado a ver los miembros humildes de las
iglesias en Puerto Rico, que han decidido que la hora de trabajar unidos es
ahora. Así podremos cambiar las cosas. Así lo haremos con la ayuda de Dios. Si
decidimos dejar las cosas como están y no envolvernos es cuestión de tiempo
para vernos en el predicamento que ilustra la caricatura de abajo.
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