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Convocatoria Ministerial - 23 de junio de 2001

No Más Silencio (Parte 2 de 3) 

La lealtad nuestra a Jesucristo tiene que ir por encima de cualquier otra lealtad. Usted no puede ser cristiano dentro de la Iglesia y no cristiano cuando sale de la misma. Si Jesucristo es nuestro Salvador y Señor, no lo podemos dejar fuera cuando entramos en la urna de votación y tenemos una papeleta electoral al frente.

A la mañana siguiente al arresto de Martin Neimoller, el capellán Luterano hacia su ronda en la cárcel municipal cuando se encontró a Neimoller. “Mi hermano”, exclamó, “¿qué hace usted aquí?”, a lo que Neimoller le contestó: “Mi hermano, dada la situación que se está dando en nuestro país, yo te pregunto: ¿por qué tú no estás aquí adentro conmigo?”.

Días parecidos se aproximan a nuestro país, ya hemos visto en los Estados Unidos los intentos por acallar voces cristianas en la radio y la television, ahora se categoriza las objeciones al aborto y a la homosexualidad, como retórica de odio, y no estaremos lejos de que prohiban decir estas cosas desde los púlpitos. Dadas las situaciones que están ocurriendo en nuestro país, ¿dónde están nuestros líderes, dónde habíamos estado nosotros?
Tragicamente los cristianos en Alemania se dieron cuenta de su error demasiado tarde. Nosotros sin embargo estamos todavía a tiempo.

Los cristianos en Alemania se dieron cuenta muy tarde, de lo mucho que estaba envuelto en el tiempo que les tocó vivir. Nunca se pudieron imaginar que iban a perder sus libertades, nunca se pudieron imaginar ver a Alemania en ruinas. 

Hay  momentos en que nos enfrentamos a destinos divinos, cuando Dios confronta a cristianos verdaderos con un reto y una oportunidad. 
 

Alternativas
¿Qué vamos a hacer, qué podemos hacer?

1. Primero, tenemos que organizarnos. Nuestros adversarios han logrado sus avances, porque se han organizado. Tenemos que crear organismos que puedan responder con prontitud todo ataque hecho contra nuestros valores morales y familiares.

2. Tenemos que ir rompiendo unos moldes, soltándonos las camisas de fuerza que nos han sido impuestas por la tradición religiosa en el país. Tradición que nos ha enseñado un espíritu de inferioridad, de falsa humildad, que nos ha mantenido al margen de los procesos públicos. Hemos crecido en un evangelicalismo y en un pentecostalismo que no prepara a su gente para ejercer un rol dinámico dentro de la cultura secular. Nadie nunca me dijo a mí que ser novelista, dramaturgo, politico, profesor universitario, deportista, etc., era malo. Nunca me lo dijeron porque eso estaba implícito. No habían muchas personas que modelaran esos roles. Lo único que veíamos era a profesionales convertirse al Evangelio y entregar sus carreras. Si a un jovencito que estudiaba comunicaciones se le preguntaba: “¿para qué estás estudiando?” y él contestaba: “para ser periodista”, la respuesta era obvia: “Hay que bueno, hacen falta periódicos cristianos”. ¿Qué quiére decir esto, que nosotros los cristianos no tenemos la capacidad para trabajar en medios seculares, o en cualquier tipo de profesión? Ese mismo alejamiento de la cultura popular se ha dado en el aspecto de la vida pública y/o política. Aquí entramos en el próximo punto.

3. Nuestro rol en la arena política debe de ser uno activo, porque el Evangelio no es simplemente para las esferas privadas de la vida: sino para vivirlo en la totalidad de la vida. Tenemos una obligación real de envolvernos en la esfera política. Ahora bien, diferentes personas son llamadas en diferentes niveles y tipos de actividad. No todos tienen que correr para puestos públicos, pero todos nosotros tenemos la responsabilidad de ejercer el voto en una manera informada, todos nosotros tenemos la responsabilidad de orar por aquellos que están en eminencia y orar para que Dios bendiga esta nación con funcionarios que hagan leyes justas y las hagan cumplir. La política para un cristiano no puede tratarse del “juego de poder” que se da hoy en día, o de “tener un lugar reservado en la mesa junto a los paganos”. Debemos de comenzar a ver la política como un instrumento para hacer justicia, para traer el bien común, para asegurarnos de que las bendiciones de este mundo puedan, en la medida de lo posible, ser distribuídas en forma justa. Todos nosotros somos responsables de actuar en la esfera pública para asegurarle al niño en el vientre el mismo beneficio de la protección de la ley que disfrutamos nosotros. Es nuestra responsabilidad el asegurar el que se respeten en las esferas póblicas las libertades de expresión religiosa de todos. Las mayores amenzas que enfrentan esas libertades en este momento provienen de la esfera política, y tienen que ser enfrentadas en la esfera política y defendidas con acción política. Hermanos, si los gobiernos se dedicaran a bregar con la economía y otros asuntos, nosotros no estaríamos aquí hoy. Pero cuando los gobiernos y los políticos se quieren meter a teólogos, y mientras nos dicen por un lado que no se puede legislar moralidad, pero por el otro legislan la inmoralidad, y nos invaden el terreno teológico y moral, entonces tenemos que ir a su campo a defender nuestros valores. Existe una variedad amplia de campos e “issues” que son de particular preocupación para nosotros como cristianos: uno de ellos es la defensa de la familia. La familia tradicional está bajo el asalto y fuego político y es precisamente en ese campo politico donde debemos de tener gente para defenderla y fortalecerla. Los que ahora están allí y se dicen ser cristianos, no han levantado una mano en defensa de nuestros valores morales. Su primera lealtad es hacia su partido y sus gobernantes.

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